Después de
seis meses de viaje alcanzamos nuestro objetivo: ¡llegamos a Grecia!
Con tiempo soleado cruzamos la frontera que separa Albania con Grecia
y recorrimos los primeros kilómetros del litoral griego. Grecia
posee 16.000 km de costa, con infinitas playas de arena y bahías
rocosas, lo que hace del turismo uno de los sectores más importantes
del país.
La costa de Grecia |
En
las carreteras y campos griegos
A pesar de la crisis económica
que atraviesa el país, los griegos son muy hospitalarios, empáticos
y relajados. A nadie le supuso ningún problema que acampáramos al
margen de un camino o a la orilla de un lago, e incluso se ofrecieron
para satisfacer cualquier necesidad que pudiéramos tener. La única
dificultad que encontramos fue la lectura correcta de los nombres de
los sitios por donde pasábamos, que estaban escritos obviamente con
el alfabeto griego, aunque en seguida se convirtió en una tarea más
bien graciosa y entretenida. Arnau se detenía en cada panel de
carretera para descifrar esos jeroglíficos con la sensación de
estar de vuelta en clase de matemáticas.
Camping en un campo al lado de Patras |
El
desaparecido puente de Corinto
El viento soplaba a nuestro
favor, lo que nos permitió avanzar rápidamente a lo largo de la
costa oeste. Pronto llegamos a Antírrio donde cogimos al ferry
(gratuito) que atraviesa el estrecho para llevarnos a Patras, en la
península del Peloponeso.
Nos quedaban todavía tres días
de bicicleta antes de llegar a Atenas, difícil de creer después de
tanto tiempo dando pedales. Con ganas ya de dormir en una cama de
verdad y encontrándonos cerca de Corinto, decidimos realizar una
última etapa larga de 120 km para llegar a Artémida, pueblo situado
a unos 20 km de Atenas donde se encuentra la casa de los abuelos de
Lisa. La hazaña se antojaba complicada y más cuando el puente por
el que teníamos que cruzar el famoso canal de Corinto estaba fuera
de servicio. El desvío sin embargo, nos deparó unas magníficas
vistas sobre el canal. Unos kilómetros mas tarde nos encontraríamos
con Santi, un catalán de Sant Cugat quien estaba viajando también
en bicicleta con su pareja italiana. Increíble que después de tanto
tiempo, justo en el último día, nos encontráramos con alguien que
se dirigía a nuestro punto de origen.
Los 15 km en medio del tráfico
de Atenas nos mermaron un poco el ánimo pero no impidieron que
llegáramos rendidos a la casa aquella misma noche. Íbamos a ocupar
los siguientes días tumbados en la playa y disfrutando de paseos al
atardecer.
Vistas sobre el canal de Corinto |
Atenas y
sus alrededores
La antigua
Grecia es conocida como la cuna de la civilización occidental. Por
eso nos pareció interesante visitar algunos de los numerosos templos
y museos que existen. Por lo menos antes de enterarnos que los
precios se habían disparado los últimos años. Estábamos ya
dispuestos a entrar en el Acrópolis cuando al llegar a la taquilla
nos encontramos con unos visitantes alemanes quienes, abiertamente
molestos, nos confirmaron nuestros temores; el precio por ir a
caminar a 35ºC en medio de piedras y andamios era de 20€ por
persona. Así que nos conformamos con visitarlo “desde el
exterior”. Atenas es una ciudad muy interesante pero un día en la
capital puede ser muy caro y algo desmoralizador.
El Acrópolis desde fuera |
En su lugar,
preferimos visitar la bonita bahía de Vravrona o el puerto de Rafina
donde comimos un excelente pescado mientras observábamos el ir y
venir de los barcos. También estuvimos en el templo de la diosa
Artemis, cuya descubierta propició el cambio del nombre del pueblo
donde se encuentra, el antiguo Loutsa pasó a llamarse Artémida.
Benarribats!
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