dijous, 8 de juny del 2017

Sweet home Grecia

Después de seis meses de viaje alcanzamos nuestro objetivo: ¡llegamos a Grecia! Con tiempo soleado cruzamos la frontera que separa Albania con Grecia y recorrimos los primeros kilómetros del litoral griego. Grecia posee 16.000 km de costa, con infinitas playas de arena y bahías rocosas, lo que hace del turismo uno de los sectores más importantes del país.


La costa de Grecia

En las carreteras y campos griegos

A pesar de la crisis económica que atraviesa el país, los griegos son muy hospitalarios, empáticos y relajados. A nadie le supuso ningún problema que acampáramos al margen de un camino o a la orilla de un lago, e incluso se ofrecieron para satisfacer cualquier necesidad que pudiéramos tener. La única dificultad que encontramos fue la lectura correcta de los nombres de los sitios por donde pasábamos, que estaban escritos obviamente con el alfabeto griego, aunque en seguida se convirtió en una tarea más bien graciosa y entretenida. Arnau se detenía en cada panel de carretera para descifrar esos jeroglíficos con la sensación de estar de vuelta en clase de matemáticas.

Camping en un campo al lado de Patras

El desaparecido puente de Corinto

El viento soplaba a nuestro favor, lo que nos permitió avanzar rápidamente a lo largo de la costa oeste. Pronto llegamos a Antírrio donde cogimos al ferry (gratuito) que atraviesa el estrecho para llevarnos a Patras, en la península del Peloponeso.

Nos quedaban todavía tres días de bicicleta antes de llegar a Atenas, difícil de creer después de tanto tiempo dando pedales. Con ganas ya de dormir en una cama de verdad y encontrándonos cerca de Corinto, decidimos realizar una última etapa larga de 120 km para llegar a Artémida, pueblo situado a unos 20 km de Atenas donde se encuentra la casa de los abuelos de Lisa. La hazaña se antojaba complicada y más cuando el puente por el que teníamos que cruzar el famoso canal de Corinto estaba fuera de servicio. El desvío sin embargo, nos deparó unas magníficas vistas sobre el canal. Unos kilómetros mas tarde nos encontraríamos con Santi, un catalán de Sant Cugat quien estaba viajando también en bicicleta con su pareja italiana. Increíble que después de tanto tiempo, justo en el último día, nos encontráramos con alguien que se dirigía a nuestro punto de origen.

Los 15 km en medio del tráfico de Atenas nos mermaron un poco el ánimo pero no impidieron que llegáramos rendidos a la casa aquella misma noche. Íbamos a ocupar los siguientes días tumbados en la playa y disfrutando de paseos al atardecer.

Vistas sobre el canal de Corinto

Atenas y sus alrededores

La antigua Grecia es conocida como la cuna de la civilización occidental. Por eso nos pareció interesante visitar algunos de los numerosos templos y museos que existen. Por lo menos antes de enterarnos que los precios se habían disparado los últimos años. Estábamos ya dispuestos a entrar en el Acrópolis cuando al llegar a la taquilla nos encontramos con unos visitantes alemanes quienes, abiertamente molestos, nos confirmaron nuestros temores; el precio por ir a caminar a 35ºC en medio de piedras y andamios era de 20€ por persona. Así que nos conformamos con visitarlo “desde el exterior”. Atenas es una ciudad muy interesante pero un día en la capital puede ser muy caro y algo desmoralizador.

El Acrópolis desde fuera

En su lugar, preferimos visitar la bonita bahía de Vravrona o el puerto de Rafina donde comimos un excelente pescado mientras observábamos el ir y venir de los barcos. También estuvimos en el templo de la diosa Artemis, cuya descubierta propició el cambio del nombre del pueblo donde se encuentra, el antiguo Loutsa pasó a llamarse Artémida.

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