dilluns, 15 de maig del 2017

Superando montañas en Montenegro

Cuando llegas a un país con este nombre, ya puedes intuir que el camino no sera fácil. Y es que aquí nos esperaba el collado más alto de nuestra ruta. Antes pero de llegar a este punto, pudimos gozar de un par de días de descanso en la bahía de Kotor, en el pueblo de Perast de unos 350 habitantes y otros tantos turistas. Frente a su orilla se encuentran las islas de San Jorge y Nuestra Señora de las Roca, con su respectivo monasterio del siglo XII, y su ermita de peregrinaje.

Perast
El día D llegó y nos dirigimos hacia Kotor, en el fondo de la bahía. La ciudad estaba repleta de autocares y barcos llenos de turistas de distintas procedencias, por lo que decidimos ahorrarnos la visita del centro histórico. Detrás de Kotor se alzaban enormes montañas que parecían muros infranqueables. Nuestra ruta consistía en subir 1300m a lo largo de 25 km. Por suerte la subida era muy constante, lo que permitió que fuera más bien agradable. Sin lugar a duda, lo más bonito fueron las vistas sobre la bahía, que empequeñecía a medida que íbamos subiendo.

Vistas sobre la bahía
Los días que siguieron pudimos admirar la increíble naturaleza de esta tierra. Montenegro, con 13.812 km², es uno de los países más pequeños de Europa, sin embargo ofrece una gran variedad de paisajes. Kilómetros de costa preciosa, ciudades medievales, numerosas montañas e infinidad de parques naturales de una riqueza extraordinaria.

La impresionante naturaleza del país
El constaste lo pone la capital Podgorica. Destruida durante la segunda guerra mundial, fue reconstruida en los años 60 durante la época comunista, y sus grandes avenidas y sus edificios en bloques de hormigón lo evidencian. Sin embargo, se trata de una ciudad con modernos centros comerciales donde encontramos una tienda de bicicletas con repuestos de primera calidad. Nuestra visita fue más bien corta, el tiempo de dar una vuelta en bicicleta por el centro y de reponer fuerzas.

Bloques de hormigón en Podgorica
Después de haber pasado los últimos tres meses en países de la antigua Yugoslavia, era el momento de cambiar de registro y, rodeando el lago de Skadar, llegamos a Albania.

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